Los tintilimales,
tradición de día de muertos en Iztapalapa
Iztapalapa es una alcaldía llena de tradiciones y, por supuesto, día de muertos es un día especial, cuando tradiciones nuevas o de antaño, locales o introducidas, convergen. Los tintilimales es una tradición relativamente nueva, pues tiene aproximadamente 70 años, y se lleva a cabo en una de los pueblos originarios de la alcaldía: Santa María Aztahuacan, su objetivo es alumbrarles el camino a las almas olvidadas, ya que muchas de ellas son los abuelos o bisabuelos, u otro familiar al que no conocimos, les prendemos una veladora a nuestros familiares más cercanos, pero no a ellos. El señor Gabriel Ortiz comenzó esta hermosa tradición, y ahora son su hijo, Juan Ortiz, y sus nietos quienes continúan con ella, pero no van solos, pues los acompañan vecinos que desean apoyarlos con esta noble tradición, entre ellos el cronista del pueblo Alberto González.
AQUÍ TODOS SON RECORDADOS
Etimología
Juan Gerardo López, antes director del Archivo Histórico de la Ciudad de México, precisó que el nombre de esta generosa tradición refiere a la onomatopeya del sonido de la campana tintili, y male «a la forma antigua en que los indígenas de Iztapalapa pronunciaban la palabra castellana madre, por lo que se interpretaría como ‘viene la campana madre’»*.
Iztapalapa, lugar de tradiciones
El 1º de noviembre dos grupos parten a las 6 de la tarde de la iglesia del pueblo, y su peregrinar termina hasta casi la media noche, para ingresar al panteón del lugar, son de cinco a siete horas caminando y llevando todo lo recabado, la fe de los participantes y el apoyo físico y moral que se dan entre ellos es lo que les permite realizar este gran esfuerzo, además del cariño con que son recibidos por las familias. Son dos grupos los que se dedican a la colecta de cabitos de vela, el cabito principal de la ofrenda, van por las calles tocando una campana para irse anunciando, y esperan a que las familias salgan de sus casas y los invitan a pasar, el grupo entra con devoción, rezan un Padre Nuestro y un Ave María, y se cierra con la frase: principal cabito male; al término las personas entregan los cabitos a los tintilimales quienes los colocan en un ayate que lleva el guía, y continúan su camino hasta que les abran las puertas en otra vivienda. Otro integrante del grupo lleva sujeto al cuello un paliacate con un cráneo en su interior, y alguien más se encargará de llevar unos costales para colocar la ofrenda que les regalen, y por supuesto el encargado de tocar la campana**.
La devoción de la familia que entrega y del grupo que recibe es de gran amor por brindar la luz en su camino de visita a la Tierra a aquellos que no son recordados. En ocasiones la entrega de cabitos es acompañada con la entrega de pan de muerto, fruta de los altares, o aquello que pueda ser de ayuda para los caminantes.
y al final, todos llegamos panteón
El recorrido termina en el Panteón del Pueblo de Santa María Aztahuacan, donde los integrantes del Patronato del lugar los reciben hasta llegar a la capilla del lugar (hace algunos años se colocaban en el atrio de la iglesia del pueblo); y ahora las personas que se encuentran en el panteón se encargan de colocar los cabitos y encenderlos en el camino que lleva a la capilla, para despedir a las almas olvidadas y alumbrarles el camino al más allá.
La integración entre los diferentes grupos del pueblo se logra a través de las tradiciones, vuelven a ser una comunidad, todos, en sus casas, en las calles o en el cementerio, están esperando a que sus familiares que partieron antes regresen a visitarlos, todos cooperan de algún modo, incluidos los cartoneros que llevan las calaveras que decoran el lugar, todo ello recuerda que al final del camino no hay diferencias, y eso nos permite vernos como iguales, como vecinos y amigos.
* Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. 25 de octubre de 2020. “Voces de la historia de Mexhico-Tenochtitlan 700/500” abordará el significado de la muerte en los pueblos mesoamericanos. www.cultura.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/0785-20
**Darío González Torres, Cronista de Santa María Aztahuacan.
Asesoría: Alberto González Abaroa, Cronista de Santa María Aztahuacan.
Apoyo técnico: Mtra. Beatríz Ramírez González, Cronista de Iztapalapa.
Fotos y vídeo: Gaby Burgoa
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Hola. Gracias por leer la publicación, ojalá nos sigan acompañando